domingo, 20 de noviembre de 2011

En el mundo, "tus" nosotros solos

La sociedad, la política, la conservación de la vida, la igualdad, la pobreza, la fe, el amor… Toda una serie de preocupaciones y lamentaciones humanas. Percibo desde hace un tiempo a esta parte la sencillez y armonía con la que se interrelacionan todas ellas en una serie de discursos políticos, campañas contra el hambre, actos románticos… Pero lejos del argumento de que somos una pequeña partícula del cosmos, que a nuestra falta todo seguirá funcionando y toda esa retahíla de argumentos que nos comparan con la cosa más abundante, hago un inciso preceptal.

Cierto es, que en nosotros lo importante es lo que nos rodea, lo que manejamos, lo que tocamos, influenciamos o denostamos, en fin, lo que cambiamos por la mera existencia. Pero más comprometida mi postura con el microcosmos humano que con el existencialismo universal, digo y defiendo que sí importamos.

El mundo no se apagara con nuestra marcha, pero quizás dejemos alguna lágrima salada aunque irrelevante comparada con el agua salada del ingente mar, o desamparados lastimados y no niego que a quien este al otro lado del océano no le importe incluso le resulte indiferente o molesto. Pero nosotros, en nuestra vida social, como colonias de cerebros sujetos por dos piernas y erguidos por una espalda, somos la importancia de lo minúsculo, la grandeza del detalle y el sentimiento sanguíneo aplicado a lo material.

En mi reflexión, no existe la inmensidad de un universo, ni la  grandeza de una nación, no, solo existen momentos en bares con café y cigarrillos, momentos en cama con la luz apagada, momentos que no dejan de ser sucesión de ellos mismos.

Sr. Mono Azul.

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