sábado, 1 de octubre de 2011

Heritage.

Empiezo con un hoy, un hoy descompasado, pegado viscosamente al día que nos ha dado esta luz pálida, casi muerta, que ha atravesado ventanas, ojos, agujeros y ha transportado en sus alas esa sensación de decadencia y señorío propia de los heredados, consiguiendo romper mi silencio a su respecto.

La herencia, lo heredado, me oprime el pecho. Deshoja mi cabeza en mil pensamientos de pasado y me encamina a rutas sempiternamente transitadas por los ancestros. Esos ancestros que han regado con su sangre mi propia idiosincrasia, mi fe y mis dones. Son de ellos mis actos y por ellos camino sobre esta tierra rota. Quiero darles mi pálpito, ceñirles mi pulso a sus costumbres sobrevenidas a mi intención.

Calma, la ira estremece en lo profundo las colinas de mi corazón, llevando de nuevo en oleadas las mismas venganzas a mis manos. No puedo soltarte, eres mi tradición y mi sino. Puedo desacreditar tus fundamentos en nombre de la ciencia o la modernidad pero no puedo desligarte de mi involuntario impulso.

Como un sastre, cortas bajo tu patrón la tela de mi mente, hago de ti mi propio estilo, mi decadencia asume tus preceptos y visto mi cuerpo con la ropa que no desentona con tus fueros. Acomodo mi espalda en la recia antigüedad, nunca en lo viejo. Me haces comprender todo esto, no te desprecio por ello, pero siento horror cuando orbitas mi intención y no me dejas ser libre.

Escucha, hablo siempre en susurros, no te extrañes, la razón nunca se encuentra en la palabra exaltada, sino en las confidencias taciturnas arropadas por la noche y silbadas por las estrellas. Estas siempre presente, como los caídos en las grandes guerras.

No te busco, pues no desapareces, te veo en las páginas amarillentas de los libros olvidados en las estanterías, en los baúles llenos de ropa apolillada, en la voz trémula de los longevos, en el suelo que piso…  

Sr. Mono Azul.

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