sábado, 22 de octubre de 2011

Mi soberanía es mía!

A tu alrededor, el mundo (se consciente).

El orgullo de ser soberano de un cuerpo, de un ser con capacidad de decisión, sin entrar en consideraciones de libre albedrío o no, hace que sienta mi pecho henchido y fuerte. Aún atado por las necesidades, siguiendo el esquema de Maslow o de cualquier otro me es indiferente, es innegable que existen y que coartan nuestra libertad de seres libres y soberanos. Los otros sujetos que interaccionan con nosotros en la sociedad invadiendo muchas veces nuestra esfera también nos limitan. Las creencias inculcadas bien religiosas, pseudorealistas e incluso el agnostismo nos cohíben
.
La libertad es blanca y esta vacía, no nos empeñemos en llenarla de ideales, pues cuanto más pese, más difícil será soportarla y debe ser ligera como el aire que trasiega nuestros pulmones.

Pero hoy, después de tantas conquistas, con altibajos sin duda, retrocedemos de forma irreparable, un instrumento que de forma silenciosa se ha hecho guardián y custodio de nuestra soberanía haciéndonos un supuesto favor nos acuchilla desangrándonos, y no nos duele.

El Estado, aparato coercitivo por excelencia, al que por el mero hecho de nacer en su seno le debemos lealtad, tenemos que entregarle uno de nuestros bienes más preciados como personas, nuestra autarquía .

A favor de una paz más que discutible, ¿pues no es acaso una guerra el mero sobrevivir cada día?, una justicia que proclama justa y una libertad atada a mas exigencias que libertades, nos expropian dándonos como compensación los bienes anteriormente expuestos, que no me equivoco al decir, que están más que desvirtuados.

Pero, quiero recuperar mi soberanía, hacerla mía de nuevo y no apaga mi sed por ella el hecho de votar cada X tiempo en unas urnas que solo sirven para alimentar un sistema viciado por el poder y el clientelismo. Deseo recuperarla pero se evita prohibiéndome la posesión de armas pues es imperio exclusivo del Estado la fuerza y la violencia legal.

No existen instrumentos que devuelvan la soberanía al pueblo, haciendo que cuando la situación sea imposible no quede otro remedio que la revolución violenta de la sociedad con sus consiguientes males, como la muerte el hambre y la destrucción. Todo ello es lo que debemos sufrir para recuperar algo que por derecho propio es nuestro, ironías de la vida.

Podría dar algún tinte esperanzador a todo lo dicho, pero creo que a veces saber solo una parte de la verdad hace que las cosa se hagan mejor.


Sr. Mono Azul.

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