miércoles, 31 de agosto de 2011

Mad World

Salgo a la calle y me viene a la cabeza el título de esta entrada.
Y es que a veces me avergüenzo de lo que veo a mi alrededor. A veces el mundo me da miedo, a veces me doy cuenta de que realmente no existe ese lugar en el mundo perfecto para vivir. Y no, no voy a argumentar toda esta parafernalia hablando de yonkis, putas ni politicos, si no de gente civilizada que va a su trabajo, esa gente de caras inexpresivas, mientras las gotas de lluvia resbalan por las varillas de su paraguas y miran con desprecio a cada individuo de vestimenta original que se cruzan.
Sería un dibujo pefecto para una novela gráfica, pero en la vida real, cuando vas hacia donde vas y te cruzas cada cinco pasos con esa escena, lo único que haces es maldecir sobre desconocidos ¿Por qué? Personalmente me encuentro de tan mala hostia ante esta situación por que me da la sensación de que esa gente no está haciendo lo que querría hacer, y estoy seguro de que a la mayoría de ellos lo que les pone nerviosos es que haya personas que lo intenten "en vano".
Me he encontrado con "amigos" que cuando les hablo de mis ilusiones y sueños se rien de mi en mi cara y cambian de tema, pero ese desprecio que fingen no es más que una mezcla corrosiva de envidia y miedo: envidia por no haberse dejado llevar por sus sueños, ya no tener el valor de enfrentarlos; y miedo, por que el simple intento te hace superior a esas personas. Pero no acaban de entenderlo.
Es mejor aceptar la derrota a priori y lucir máscara inexpresiva con orgullo de ser tan debil.

En cierto modo resulta divetido como los mediocres tachan de mediocres a sus antónimos, esa manera en la que es mejor ignorar el esfuerzo de otros, y premiar el de quienes ha logrado dar la espalda y dejarse llevar por lo más simple, no juzgo sus elecciones, si no que ellos juzgen las nuestras.
En cierto modo resulta triste, saber que nuestro esfuerzo nunca será recompensando a menos que alcanzemos una meta, que la gente que ya ha sido derrotada solo espere nuestra derrota con una sonrisa en los labios.

¿Estamos programados para sentir todo esto? Igual que los niños estan programados para sentirse felices el día de su cumpleaños.Supongo que en el fondo es la teoría del actor y el espectador:
Hay dos tipos de personas en el mundo, los actores, y los espectadores. Actores son aquellas personas que son las protagonistas de sus propias historias, que se esfuerzan por alcanzar unas metas y disfrutan como el mundo les contempla; y los espectadores, gente que solo vive su vida, ni espera nada de ella, ni piensa en su futuro. Naranja y yo hablamos de esto hace ya mucho tiempo solo que los clasificábamos en águilas y conejos, y la mayor distinción de esos "conejos" es que no nos podemos imaginar que hacen cuando llegan a casa. Me puedo imaginar a esos malditos conejos sin agallas esperando al día siguiente para continuar su
rutina, y que luego sean ellos los que se crean con derecho a juzgarnos.
Supongo que de ahí viene lo de actor / espectador. Es como en el cine, somos simples espectadores, y eso nos da el derecho de juzgar lo que se nos expone ¿No?. Supongo que quienes hemos decidido protagonizar nuestra vida tenemos un compromiso respecto a quién la contempla.
No deja de ser paradójico que esa gente inexpresiva que me rodea al salir a la calle sean los espectadores, piensa, ¿No te da esto fuerzas para ser el héroe de todos esos putos hipócritas?

En cierto modo resulta divertido, en cierto modo triste, agonizar por nuestros sueños merecerá la pena cuando cerremos la boca de nuestros jueces. Es duro aceptar tu responsabilidad cuando has decidido luchar, pero mientras aun miran con desprecio nuestra sombra tendrán que darse la vuelta para aceptar su envidia y su miedo: Envidia por no haberse dejado llevar por sus sueños. Miedo, por que tu simple intento te hace superior a esos conejos.

Y entonces la gente correrá en círculos.
El mundo está loco.


martes, 30 de agosto de 2011

Mucho placer, poco sexo.

Son las 7 de la mañana y aunque el día se presenta nublado, ya empiezo a ver como se hace de día. Llevo enamorado de este ritual desde que era pequeño. Recuerdo hace 6 o 7 años, esperar toda la noche despierto escuchar el Unplugged de Nirvana hasta que amanecía. Como Amelie, solía hacerme preguntas estúpidas del tipo, ¿cuánta gente estará despierta en cama como yo? Finalmente, los primeros rayos de luz alumbraban las penosas vistas de mi habitación, abría la ventana y respiraba ese gélido aire de la mañana. Me sentía como el guardián de el pueblo. Todos dormían (o follaban solo que no era aún consciente de ese acto) mientras yo velaba por ellos.
A veces olvidamos esos pequeños placeres de hacer cosas que nos gustan porque parecen raras al resto. Sin más rodeos el clarísimo ejemplo de mi madre entrando en mi habitación a esas horas intempestivas con cara de Frankenstein preguntándome que coño hacía despierto y vestido con guitarra en mano a esas horas... no volví a hacerlo. A veces me despierto cuando amanece y me limito a sonreír y volver a cerrar los ojos. Es como si algo me despertase para decirme, ''¡eh! que son las 7'' A veces creo que Boddah también me visitó a mi.
Ese pitillo después del acto del amor, obsceno y perverso que te hace pensar y preguntarle a tu pareja ''¡Qué de puta madre es vivir! ¿no? Ese abrazo entrañable con un amigo que hace tiempo que no ves. O ese ''¿Te acuerdas de cuando íbamos a colgar clase al ayuntamiento y comíamos palotes?'' Ese jodido morbo de cuando te hacen un striptease y piensas ''No sé qué voy a hacer mañana ni cómo va mi vida, pero hoy follo sin pagar así que tan mal no está''
Yo, mono de pura rama, he elegido vivir como Rambo (día a día) sin pensar demasiado en las putadas que el mañana pueda tener para mi. He elegido prestar atención a los pequeños placeres para que los grandes vengan ya hechos, como las cosas bonitas. Construye desde abajo, brinda y festeja que ríes, lloras, abrazas, odias y follas. Pues a mi alrededor tengo mástiles de acero con nombres y apellidos que me sostendrán en la caída. Dejaré que el viento me empuje de la nube y el destino prepare mi descenso, pero prometo no volver a maldecir el don de abrir los ojos cada mañana, de volver a casa y encontrar siempre el mismo rostro. No, no volveré a llamar rutina a ese milagro. No volveré a renunciar a nada que me haga sonreír ni estremecer de miedo, porque gracias a todo ello, me siento vivo.
No creo que mi finalidad aquí sea mayor que la de cualquiera, pero sí que aprovecharé el tiempo que me quede para pensar un poco más en mi, y que cuando sea viejo y el árbol en el que estoy esté a punto de derrumbarse pueda decir que he saltado cada pértiga sin miedo, y cuando caí, únicamente miré arriba con una sonrísa y encontré algunas manos ayudándome.
Para ello, dejo aquí un breve cuento que siempre me gustó, y dice así:


Aquel día Sinclair se levantó como siempre a las 7 de la mañana. Como todos los días, arrastró sus pantuflas hasta el baño y después de ducharse se afeitó y se perfumó. Se vistió con ropa bastante a la moda, como era su costumbre y bajó a la entrada a buscar su correspondencia. Allí se encontró con la primera sorpresa del día: ¡No había cartas!
Durante los últimos años su correspondencia había ido en aumento y era una parte importante de su contacto con el mundo. Un poco malhumorado por la noticia de la ausencia de noticias, apuró su habitual desayuno de leche y cereal (como recomendaban los médicos), y salió a la calle.
Todo estaba como siempre: los mismos vehículos de siempre transitaban las mismas calles y producían los mismos sonidos en la ciudad, que se quejaba igual que todos los días. Al cruzar la plaza casi tropezó con el profesor Exer, un viejo conocido con quien solía charlar largas horas sobre inútiles planteos metafísicos. Lo saludó con un gesto, pero el profesor pareció no reconocerlo; lo llamó por su nombre pero ya se había alejado y Sinclair pensó que no había alcanzado a escucharlo.
El día había empezado mal y parecía que empeoraba con las posibilidades de aburrimiento que flotaban en su ánimo.
Decidió volver a casa, a la lectura y la investigación, para esperar las cartas que con seguridad llegarían aumentadas para compensar las no recibidas antes.
Esa noche, el hombre no durmió bien y se despertó muy temprano. Bajó y mientras desayunaba comenzó a espiar por la ventana para esperar la llegada del cartero. Por fin lo vio doblar la esquina, su corazón dio un salto. Sin embargo el cartero pasó frente a su casa sin detenerse. Sinclair salió y llamó al cartero para confirmar que no había cartas para él. El empleado le aseguró que nada había en su bolso para ese domicilio y le confirmó que no había ninguna huelga de correos, ni problemas en la distribución de cartas de la ciudad.
Lejos de tranquilizarlo, esto lo preocupó más todavía.
Algo estaba pasando y él debía averiguarlo. Buscó una chaqueta y se dirigió a casa de su amigo Mario.
Apenas llegó, se hizo anunciar por el mayordomo y esperó en la sala de estar a su amigo, que no tardó en aparecer. El hombre avanzó al encuentro del dueño de casa con los brazos extendidos, pero este se limitó a preguntar:
-Perdón señor, ¿nos conocemos?
El hombre creyó que era una broma y rió forzadamente presionando al otro a servirle una copa. El resultado fue terrible: el dueño de casa llamó al mayordomo y le ordenó echar a la calle al extraño, que ante tal situación se descontroló y comenzó a gritar y a insultar, como avalando la violencia del fornido empleado que lo empujó a la calle….Camino a su casa, se cruzó con otros vecinos que lo ignoraron o actuaron con él como si fuera un extraño.
Una idea se había apoderado del hombre: había una confabulación en su contra, y él había cometido una extraña falta hacia aquella sociedad, dado que ahora lo rechazaba tanto como algunas horas antes lo valoraba. No obstante, por más que pensaba, no podía recordar ningún hecho que pudiera haber sido tomado como ofensa y menos aun, alguno que involucrara a toda una ciudad.
Durante dos días más, se quedó en casa esperando correspondencia que no llegó o la visita de alguno de sus amigos que, extrañado por su ausencia, tocara su puerta para saber de él; pero no hubo caso, nadie se acercó a su casa. La señora de la limpieza faltó sin aviso y el teléfono dejó de funcionar.
Entonado por una copita de más, la quinta noche Sinclair se decidió a ir al bar donde se reunía siempre con sus amigos, para comentar las pavadas cotidianas. Apenas entró, los vio como siempre en la mesa del rincón que solían elegir. El gordo Hans contaba el mismo viejo chiste de siempre y todos lo festejaban como era costumbre. El hombre acercó una silla y se sentó. De inmediato se hizo un lapidario silencio, que marcaba la indeseabilidad del recién llegado. Sinclair no aguantó más:
-¿Se puede saber qué les pasa a todos conmigo? Si hice algo que les molestó, díganmelo y se terminó, pero no me hagan esto que me vuelve loco…
Los otros se miraron entre sí entre divertidos y fastidiados. Uno de ellos hizo girar su índice sobre su sien, diagnosticando al recién llegado. El hombre volvió a pedir una explicación, luego rogó por ella y por último, cayó al suelo implorando que le explicaran por qué le hacían eso a él.
Sólo uno de ellos quiso dirigirle la palabra:
-Señor: ninguno de nosotros lo conoce, así que nada nos hizo. De hecho, ni siquiera sabemos quién es usted…
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y salió del local, arrastrando su humanidad hasta su casa. Parecía que cada uno de sus pies pesaba una tonelada.
Ya en su cuarto, se tiró en la cama. Sin saber cómo ni por qué, había pasado a ser un desconocido, un ausente. Ya no existía en las agendas de sus corresponsales ni en el recuerdo de sus conocidos y menos aún en el afecto de sus amigos. Como un martilleo aparecía un pensamiento en su mente, la pregunta que otros le hacían y que él mismo se empezaba a hacer: ¿Quién eres?
¿Sabía él realmente contestar esta pregunta? Él sabía su nombre, su domicilio, el talle de su camisa, su número de documento y algunos otros datos que lo definían para los demás; pero fuera de eso: ¿Quién era, verdadera, interna y profundamente? Aquellos gustos y actitudes, aquellas inclinaciones e ideas, ¿eran suyos verdaderamente? ¿o eran como tantas otras cosas: un intento de no defraudar a otros que esperaban que él fuera el que había sido?
Algo empezaba a estar claro: el ser un desconocido lo liberaba de tener que ser de una manera determinada. Fuera él como fuera, nada cambiaría en la respuesta de los demás.
Por primera vez en muchos días, encontró algo que lo tranquilizó: esto lo colocaba en una situación tal, que podía actuar como se le ocurriera sin buscar ya la aprobación del mundo.
Respiró hondo y sintió el aire como si fuera nuevo, entrando en los pulmones. Se dio cuenta de la sangre que fluía por su cuerpo, percibió el latido de su corazón y se sorprendió de que por primera vez NO TEMBLABA.
Ahora que por fin sabía que estaba solo, que siempre lo había estado, ahora que sabía que sólo se tenía a sí mismo, ahora… podía reír o llorar… pero por él y no por otros.
Ahora, por fin, lo sabía: SU PROPIA EXISTENCIA NO DEPENDÍA DE OTROS
Había descubierto que le fue necesario estar solo para poder encontrarse consigo mismo…
Se durmió tranquila y profundamente y tuvo hermosos sueños….Despertó a las diez de la mañana, descubriendo que un rayo de sol entraba a esa hora por la ventana e iluminaba su cuarto en forma maravillosa.
Sin bañarse, bajó las escaleras tarareando una canción que nunca había escuchado y encontró debajo de su puerta una enorme cantidad de cartas dirigidas a él.
La señora de la limpieza estaba en la cocina y lo saludó como si nada hubiera sucedido.
Y por la noche en el bar, parecía que nadie había registrado aquella terrible noche de locura.
Por lo menos, nadie se dignó a hacer algún comentario al respecto.
Todo había vuelto a la normalidad…
Salvo él, por suerte, él, que nunca más tendría que rogarle a otro que lo mirara para poder saberse… él, que nunca más tendría que pedirle al afuera que lo definiera… él, que nunca más sentiría miedo al rechazo…
Todo era igual, salvo que ese hombre nunca más se olvidaría de quién era.
-Y este es tu cuento, Demián -siguió el gordo-. Cuando no tienes registro de tu dependencia frente a la mirada de los otros, vives temblando frente al posible abandono de los demás que, como todos, aprendiste a temer.
Y el precio para no temer es acatar, es ser lo que los demás, “que tanto nos quieren”, nos presionan a ser, nos presionan a hacer y nos presionan a pensar.
Si tienes “la suerte” del personaje de Papini y el mundo, en algún momento, te da la espalda, no tendrás más remedio que darte cuenta de lo estéril de tu lucha.
Pero si no sucede así, si tienes la “desdicha” de ser aceptado y halagado, entonces… estás abandonado a tu propia conciencia de libertad, estás forzado a decidir: acatamiento o soledad; estás atrapado entre ser lo que debes ser o no ser nada para nadie..Y de allí en más…podrás ser, pero sólo, sólo y sólo para ti.


Mr. Violet

sábado, 27 de agosto de 2011

Racista estetico, snob intelectual...

Me presentare sin timidez como un racista estético, un snob intelectual, un extremista del pensamiento y un intransigente de la juventud y no, esto no es una declaración de intenciones, mucho menos un manifiesto, sino que son los pilares de una vida que teclea ahora estas líneas. Se me olvida mi declaración es enrevesada, simbolista y un  tanto preciosista pero seguro que no tiene ningún ánimo de que sea comprendida.

-Lo reconozco, enloquezco con lo bello, me embriago de él hasta que mis sentidos se embrutecen o hasta que el dolor haga acto de presencia, con ese aroma depresivo y aspecto anti vital con el que siempre se muestra (desgraciado él pues solo se conoce a el mismo). Desecho sin miramientos aquello que no obedece a mis estándares estéticos que mancillan mi sentir con su crueldad. Adoro lo estético, aquello que despierte en mi ese amor insano por el que suspiro y que después de su golpe ya solo recuerdo puedo tener pues es el presente mi mas fugitivo amigo.

-En cada punta de los dedos más de un millón de conocimientos, atesorados sin diligencia ni orden, un tanto bohemio es el armario de mi cabeza. Me resigno al conocimiento de un mundo que no me diseño para que lo comprenda, al menos me ha dado poetas, músicos, eruditos que con su ánimo plasmado en las curvas de cada letra me hacen parecer ignorante e ignorado, amarga prueba de humildad.

-Sí, el pensamiento es el arma del hombre, ese instrumento orgánico que nos capacita para crear lo maravilloso para arrancarlo a la fuerza  del cielo de la perfección y detesto a aquellos que olvidan su potencial en deseos vanos , esperanzas insignificantes y objetivos inútiles.

-La juventud, siempre serás mi aliada, me lo prometes cada noche y cada noche te noto un poco más distante, pero por ti seguiré luchando, para que lo viejo se queme y olvide y el presente tome el gobierno legitimo de la realidad que hoy se reparte entre el bastardo futuro, ilusionista tramposo y el pasado, dulce impostor.

Mis intenciones descansan ahora, pero seguro que alumbran en esos pensamientos eléctricos del lector alguna luz temperamental que ayude a empezar ese proyecto guardado en los arcones del pasado, que cambie de una vez lo de invertir demasiado tiempo en los sueños y poco en los actos que lo alcanzarían.

 Cambia.

Sr. Mono Azul.

Señoras y Sueños

Hoy ha sido un día difícil, de contrastes.
·Por la mañana, mientras paseaba con mi novio, una señora nos adelantó  y acto seguido volvió la cabeza hacia nosotros mostrándonos una amplia sonrisa. Yo sonreí también, pero sin saber el motivo de por qué lo hacía ella. Entonces, se dirigió a nosotros y dijo: ''¡Que chica más cariñosa!''...y todo porque en el momento en el que pasó por nuestro lado, yo estaba abrazada a mi pareja dándole un beso y diciéndole algo así como ''¿Cuándo vemos Watchmen?'' Mientras continuábamos con el paseo, mi cabeza comenzó a analizar, desde mi punto de vista humildísimo (siempre me tachan de serlo demasiado), lo que para mi fue un acto de lo más natural:
-¿Por qué llamé la atención de la señora? ¿Por qué le resulté especialmente cariñosa ante lo que fue, no por mal, una acción tan poco relevante o 'romántica'? No creo que la mujer se dedique a dar vueltas buscando parejas a las que escuchar y piropear/juzgar...-
Y entonces fue cuando llegado este punto, mi ego comenzó a elevarse poco a poco, concluyendo cosas como...¡caray! que maja soy, o...igual si soy especial con estas cosas del amor, e incluso...¡¡debo ser una novia estupenda!! (ERROR)
·Por la noche, durante una conversación con mi (si, otra vez) novio en la que él trataba de convencerme de que escriba mi siempre soñado -libro de relatos cortos- surgió inevitablemente el tema que siempre he temido, ese que dice ''¿Qué quieres hacer? Pues hazlo, lucha por ello''. Ante mi terquedad de negarme sistemáticamente a intentar hacer aquello que va a ser juzgado por los demás, mi querido y amado A*... me dio una lección de Humildad con sus palabras. Si, de humildad. Porque me hizo ver que las cosas no las hago porque ni siquiera lo intento, porque me es más fácil decir que lo que va a salir va a ser una mierda y, así, directamente ahorrarme el esfuerzo.
Y entonces mi cabeza comenzó otra vez a analizar la situación, sus palabras y...igual no soy tan humilde como la mayoría cree, como incluso yo llegué a creer (ahí ya se me veía el plumero). Porque quizás el problema de que siempre me rinda sin luchar por lo que quiero, por mis sueños, es que siempre me consideré demasiado buena como para poder ser juzgada, como para permitir a los demás dar su opinión sobre algo creado por mi.
Ego hundiéndose...hundiéndose...mi ego a la mierda, vale, pero ahora sé que lucharé por mis sueños, y con la humildad justa y necesaria.
Hoy ha sido un día difícil, un día de contrastes :)

Sra. Mono Rubio




miércoles, 24 de agosto de 2011

Misticismo, Tiranía y Woodstock

Me resigno. Mi primera intención era una entrada sobre la actualidad del cine, o de la música quizás... pero mis hermanos monos quieren ir esta primera semana por otros lares al parecer, y continuare con ello, ya que estamos filósofos, y como todos sabemos es lo que mejor se nos da, al fin y al cabo, hay mucho que decir.

Los temas que quiero exponer aquí son bastante difíciles, no sé si conseguiré explicarme:
Todo viene de la entrada del Sr. Mono Naranja, en la que habla sobre las metas o sueños de la juventud o generación actual, bien, la lees, la revisas, y dices, que razón tiene, nuestra sociedad es un asco, pero quizás lo sabemos por que es la que vivimos, la que vemos, de la que nos podemos avergonzar. Quizás lo demás, las generaciones anteriores... es todo  leyenda, es un mito, y pongo el ejemplo más claro posible, "Woodstock", ahora, desde la lejanía de aquel momento lo adoramos, deseamos haber vivido allí, que nuestra gente fuese igual, pero no sabemos nada de ellos, más que fueron hippies que se juntaron, bebieron y fumaron droga durante días de concierto, hubo sexo y diversión, y esa forma de vida se convirtió en una referencia mundial! (es cierto que la música era mucho mejor, pero no es lo que juzgamos ahora). Esos chicos (quizás) tampoco tenían metas y quizás sus futuros fueron mas escabrosos que los que tenemos ahora,  quizás al final, no les quedo más que trabajar y ser personas normales, o eso, o no hay vida más allá de sueños por los que no se lucha... Y digo quizás por que no sabemos realmente de ninguna otra sociedad más que de la nuestra, no hemos vivido otras generaciones, no tenemos derecho a juzgar como algo bueno aquello, y por eso no tenemos con que comparar lo que vivimos ahora. Quizás Woodstock es un mito, una leyenda derivada del botellón más grande de la historia...



Pero tengo otra teoría para el mismo ejemplo, Woodstock y la era hippie:
Quizás fué una buena idea, quizás era gente con metas, ese mundo en el que vivian, esa... comuna era un sueño real por el que si lucharon. Per algo por encima de todo ello decidió que no era buena idea y lo enterró.  Como todas esas teorías de que la CIA mató John Lennon o a Jim Morrison!! ¿No se dice a día de hoy cada vez que desaparece algo que es por que "a los de arriba" no les interesa? Yo personalmente no soy muy amigo de esas teorías, y poco me importan, a los monos no nos afectan. Pero en la memoria colectiva queda de aquel "intento" un recuerdo de que bonito que fue, lo que se intentó pero no podía ser. Si realmente fue alguna especie de censura, puede que lo hayan convertido en algo tan mágico para luego decirnos: "Si! Era perfecto! pero no funcionó, así que esto es mejor!", tal y como hizo Roma con los Galos: Representarlos como héroes, para aumentar el valor de la derrota.


Así que, ¿que es nuestra generación? ¿Especialmente mierda? ¿O una futura leyenda de la que solo recordaremos lo mejor? Ya sea por que la convertiremos en un mito, o por que los "tiranos" han decidido convertirla en un recuerdo bonito pero fallido, a nosotros solo nos queda intentarlo. Esta vez, los que tengamos un sueño, tenemos que luchar por el y que nadie nos diga que fue solo eso, y... (lo que llevo esperando escribir toda la entrada) dejemos atrás el misticismo y la tiranía, y ganémonos el futuro más esperanzador que hayamos imaginado, hacia nuestros sueños mis queridos monos!

Sr. Mono Rosa

martes, 23 de agosto de 2011

Siento decepcionaros...

Y es que siempre me ha preocupado decepcionar a mi entorno o a quién debería confiar en mi. Podría decirse que algo parecido es lo que ha condicionado mi vida en los últimos 2 años... Decepcionar o escupir verdades, actuar con la razón o montar un circo en el que cada día te señalen con el dedo. No lo sé... a veces parece que me he quedado estancado en esa pequeña etapa infantil en la que creemos que todos y cada uno de nosotros somos especiales. Entes creados desde lo alto para cambiar el mundo. Demasiado guapo, demasiado bondadoso... hasta que un día descubres que eres tan miserable como cualquiera elegido al azar. ¿Debería cambiar la trayectoria, verdad? No, eso sería aún más decepcionante y menos típica de este mono que aquí habla.


Recuerdo mi primera decepción... Tenía 10 años y mis padres solían discutir. Un día salí a la calle y encontré en una tienda de discos un recopilatorio de cd's de Queen que costaba 3999 pesetas. A mi padre siempre le chifló ese grupo pero mis ahorros a esa edad eran más bien justos y aquello, se crea o no, para mi edad era una pasta. De allí a 2 días la di ahorrado (ya no recuerdo como pero estoy seguro de que el sexo no había intervenido en mis jóvenes genitales) y fui a la tienda a comprar los 4 cd's. Cuando mi padre volvió a casa del trabajo se lo puse encima de la mesa con una sonrisa de oreja a oreja pero estaba discutiendo con mi madre. Entre tanto grito me fui a acostar esperando que al día siguiente estuviese más relajada la cosa, pero cuando me desperté y fui a coger un yogurt para desayunar los encontré rotos en la basura.
Nunca le pregunté qué había pasado pero aunque resulte triste de confesar, la primera de las decepciones de mi vida fue una provocada por mi padre.


 En mi segunda decepción (ya con bastante más edad) me encontraba ante una chica que me gustaba desde que Isabel II había perdido la virginidad. Nos encontrábamos en una discoteca local y llevábamos 2 semanas hablando. Ya le había dejado caer en alguna ocasión que me gustaba y en uno de esos abrazos tontorrones (esos que los chicos usamos para tocar carne y ver si cuela) va y me entra. Todo sensacional hasta que en mitad de mi sueño mis incisivos empiezan a notar un pelo enrevesado en las susodichas lenguas.
Así fue como mi segunda gran decepción de mi vida fue causada por mi antigua, demacrada y poco agraciada novia.


¿La más reciente?... Por desgracia no se trataría de una sola decepción. Estaría tecleando esto durante horas echando pestes de esa persona que con tanto empeño ha querido joder lo que con mucho esfuerzo he conseguido. Ha habido veces en las que he deseado vivir otra vida, en la que he envidiado a mis amigos y conocidos por tener lo que yo ya no he podido volver a tener... confianza, y es que, lo creáis o no, es jodídamente difícil enmendar las cosas cuando continuamente la persona que te decepciona eres tú mismo.


Con lo que, si intento enviar un mensaje o una experiencia con esto sería algo así como que... no tardé en levantarme de la decepción de mi padre, ni la de mi ex novia de la que ahora me río pensando en cómo pude compartir palabras de amor con ella. La decepción que más cuesta tragar y se queda ahí jodiendo como una espina atravesada es la de uno mismo. 


Resulta curioso que esto lo escriba quién intercala palabra y palabra con un chiste o una sonrisa, pero últimamente, mis queridos A***, O****, M***** y N****... me he aficionado a eso de... decepcionar ; ) Aunque quizá esto se parezca más a una sorpresa...no lo sé. Por algo se empieza.


-Mr. Violet Ape-

lunes, 22 de agosto de 2011

Objetivos

No sé. Quizás espero demasiado de la gente, pero a veces siento que no pienso, no veo las cosas igual al resto. Afortunadamente he podido rodearme de algunas personas, amigos, que me han mostrado que no estoy sólo en esto. En esta mierda, y no me refiero a la vida sino a cómo los jóvenes de hoy en día se la toman. Sin objetivos. He estado estos últimos días con un amigo de la infancia al que hacía ya un tiempo que no veía. Desilusionado he visto en lo que se ha convertido, un yonki, alguien que junto a sus amigos parece no tener otra ilusión que la de conseguir más material para mañana. No pretendo sermonear a nadie por lo que consuma o deje de consumir, pero cuando algo de esto pasa de ser puntual a ser el único e inmediato futuro esperado por una persona, tiene un problema. Estas palabras no van encaminadas a tachar el consumo de drogas, no nos confundamos, es algo más profundo, el conformismo de nuestra generación.

¿Es que no tenemos sueños, ilusiones, proyectos? ¿No queremos todos ser los mejores en algo? ¿Ser admirados por los que algún día nos enterrarán? Estoy convencido de que con la edad este tipo de aspiraciones se irán diluyendo, pero siento lástima, no, rabia, al ver que muchos jóvenes de hoy en día no se paran ni a pensar en el tipo de personas en que se quieren convertir, en que se están convirtiendo; porque sin duda ahora, cuando damos nuestros primeros pasos en la vida es cuando nos transformamos en aquello que seremos hasta el final de la misma.

Reconozco que yo también he tenido algunas temporadas en las que mi ilusión ha sido que llegue el próximo ''fin de semana'', y me avergüenzo y me vuelvo a avergonzar sabiendo que sin duda, han sido las temporadas más tristes de mi juventud. Desesperado intento no mancharme en esta gigantesca espiral de mierda en que los jóvenes nadamos. El hecho de ver el sinsentido de las vidas de esta mayoría de personas me ha convertido en alguién arrogante, pero es que no encuentro otro sentimiento que describa mejor lo que siento que el del orgullo cuando pienso, sé, estoy seguro, mi existencia tiene algún sentido.

Por último, diré que para alcanzar grandes cosas, hay que plantearse grandes retos, sin miedo y con orgullo, siendo consecuentes. Invito a la reflexión a todo aquel que lea mis palabras, y en especial, a los que se puedan haber ofendido. Un abrazo.

Sr. Mono Naranja