miércoles, 14 de septiembre de 2011

Los cuatro pilares

Creo que la humanidad entendida como un ente que sigue un largo proceso de crecimiento y expansión cultural, avance social en el que todos deberíamos ser partícipes, cada uno con su propio granito de arena (evidentemente, no todos aportamos uno del mismo tamaño) se fundamenta en cuatro pilares que hacen que avancemos.

La religión, quizás este sea el pilar que parece más inestable en los tiempos que corren, las sociedades occidentales tendemos a un rechazo sistemático de cualquier tipo de imposición dogmática, este rechazo parece aumentar con las nuevas generaciones y parece que los tiempos más gloriosos de esta parte de nuestra cultura han pasado. Quizás las morales de las principales religiones actuales chocan con nuestro sistema económico, social y liberalismo moral. No os confudais tachandome de retrógrada (de hecho soy agnóstico), pues no estoy haciendo crítica de nuestra sociedad, simplemente opino que éste es el estado actual de la religión. Aunque, sin duda, creo, con bastante seguridad en que mi opinión es correcta cuando afirmo que la religión ha sido desde tiempos inmemoriales el principal pilar de nuestra especie, y ha sabido avanzar con esta desde los tiempos del Dios Sol, hasta las actuales concepciones, pasando por Ra, Thor, Tezcatiploca, Zeus, Júpiter, etc... Valiendo de sostén espiritual y moral a millones de personas. Opino que si no fuera por las grandes uniones sociales que han hecho las religiones, aún estaríamos tirando piedras a desamparados cervatillos que beben de un manantial.

El segundo pilar del que os hablo y que seguro os esperabais es la política. Por supuesto la política, entendida tanto como gerarquización (me permitiréis este término incorrecto) social desde los tiempos en que todos eramos monos (algunos lo seguimos siendo (lo digo por el nombre del blog, no pretendo ofender a nadie)) y nos pegábamos con palos, hasta tiempos de faraones y zares. La política de moda (y supongo que la más correcta de las llevadas a cabo), la democracia, nacida en la Grecia de los grandes pensadores, ha servido como sostén de la sociedad y consecución de servicios sociales que Alejandro Magno no podría ni imaginar. Quienes nos gobiernan influyen por supuesto (en distinta medida) en los avances (en ocasiones retrocesos) de  nuestra sociedad. Por ello considero la política uno de estos cuatro pilares.    

El tercer pilar es sin duda la ciencia. Gracias a los pensadores más entusiastas y brillantes (y algunos que sin serlo tanto, también han aportado) que ha visto nacer nuestro planeta, hemos llegado a un desarrollo tecnológico y médico muy dignos, que nos permiten vivir con muchas más comodidades que los reyes de antaño. Medicina, industria, informática, apoyados por física, matemáticas, biología y química, que han dado el que parece ser el salto cultural más vistoso de nuestras gentes. Mucho se ha avanzado desde que Arquímedes pronunció su ya famoso ''Eureka'', desde que Kepler observó y describió los movimientos planetarios, desde que Newton y Leibniz inventaron el sistema diferencial, desde que Fleming descubrió la penicilina, desde que Von Newman inventó el EDVAC (uno de los primeros ordenadores tal como son hoy entendidos) o Armstrong pisó la luna. Y a pesar de ello, la ciencia sigue dando pasos agigantados hacia un futuro de robots y naves espaciales (aunque quizás nosotros tan sólo veamos la versión más ''cutre'' de ese nuevo mundo, o no llegue suficientemente pronto).

El cuarto pilar, el que quizás parezca más sutil, pero en mi opinión, el que da sentido a nuestra existencia como humanidad (me encenderé un cigarrillo ahora), es el arte. No creo que exista un sólo individuo que no haya, en alguna ocasión, recurrido al arte en momentos felices, tristes o de rabia para sentirse cómplice de lo que otros individuos han creado para él. Todos en algún momento hemos podido observar la delicadeza de una pieza de violín, la belleza de un cuadro o la tristeza de un relato. Quizás no soy del todo imparcial al dar tanta importancia al arte. Pero soy un entusiasta de una de de estas ramas, la música, y orgulloso escribo escuchando el tercer movimiento del concierto para clarinete en La de Mozart, que poder tocar un instrumento (en mi caso dos), da un sosiego interior y un sentido a la vida que todos deberíamos poder experimentar. Siempre agradeceré a mis padres que en su momento me obligasen a entrar al conservatorio.

Bueno, señores, estas han sido mis reflexiones de esta noche...

Sr. Mono Naranja

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